miércoles, 30 de mayo de 2007

Bocanada

Frío.
Exhalé y el aliento tibio me envolvió la cara invitándome a despertar. Finalmente me decidí a abrir los ojos para ver el cielo, pero ya no lo encontré. Me levanté lentamente sintiendo como el frío se apoderaba de mis manos al contactar el suelo duro y entonces noté que aun estaba desnudo; pero mi atención se desviaba hacia otro lado. Estaba nuevamente en mi casa gobernada por el mismo vacío que la caracterizaba desde hacía días, pero al que aun no me acostumbraba, ni tampoco me importaba.
Miré hacia la ventana y encontré una nota pegada recientemente. Me acerqué lentamente con la mente y el cuerpo aun adormecidos por el frío hasta que pude leer mi propia letra. YA SE ACABA. Abrí la ventana para recibir una oleada de gentiles cuchilladas que me cortaron la respiración, y puede ver mi aire escaparse de mi cuerpo como una serpiente blanquecina huyendo del enemigo. Y por un momento me olvidé de mi.
Me asomé y una calle desolada me dio la espalda, mientras señalaba un pequeño destello al final del horizonte, que también se escondía.
Ya se acababa.
Me quedé al borde de la ventana contando los latidos de mi corazón que se aceleraban tranquilamente luchando contra los músculos que se adormilaban. No tenía otra cosa para hacer más que esperar. Ni siquiera tenía algo a qué dedicarle mis pensamientos porque ya sabía lo que iba a pasar. Lo sabía detalladamente.
El sol eventualmente quedó lejos, y así como la oscuridad se abalanzó sobre mí sigilosamente sin dudar, yo me acurruqué en ella para que me hiciera compañía.
Ya casi.

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